La recogida comenzó hace semanas en Castilla y León, comunidad que extrae cerca del 38% de la producción total del país
Es, sin duda, uno de los alimentos estrella en España. Su versatilidad, su presencia habitual en el mercado y, sobre todo, el aprecio de los consumidores la han mantenido durante décadas como uno de los pilares de nuestra alimentación. Hablamos de la patata, un producto que, según la Fundación Española de la Nutrición, es rico en potasio, vitamina C, B6 y carotenoides. Además, su alto contenido en hidratos de carbono la sitúan en la base de la pirámide alimentaria de los más pequeños.
Las cifras de consumo avalan el «reinado» de la patata, que en el año 2021 se redujo. Pero, aun así, cada español ingirió 29,22 kilogramos. Esta cifra, nada desdeñable, se recoge en el Informe de Consumo Alimentario en España 2021, que además sitúa el precio medio del kilo en 0,97 euros y cifra en el 4,57% el «peso» de la patata en el total de la compra doméstica. En lo relativo al gasto, los hogares destinaron a su compra el pasado año el 1,76% del presupuesto medio anual.
Recogida paulatina en España
Aunque la recogida de este producto arranca en primavera en las tierras del sur peninsular, fue el pasado mes de julio cuando la recolección de patata, eso sí temprana, comenzó en Castilla y León. Nuestra Comunidad es la primera en producción: aporta cerca del 38% del total del país, más de 800.000 toneladas. Este tubérculo crece en 16.363 hectáreas, una cifra menor a la de otros años. No obstante, señalan los profesionales que el producto está sano y la producción es alta slot pulsa.
Además de hacer un recorrido por sus variedades, desde la Red Pontiac hasta la Agria, pasando por la Spunta, la Monalisa o la Kennebec, a lo largo del año se puede comprobar en los distintos puntos de venta que el momento de recolección determina las características y también los usos que podemos hacer de ellas en la cocina. Y es que según su ciclo de recolección pueden ser nuevas, semitardías o viejas slot deposit pulsa.
Cada variedad, un fin
Aunque existe aún mucho desconocimiento en torno al tema, cada tipo de patata (tanto por su variedad como por el momento en que es recolectada) presenta rasgos que las hacen más aptas para unas elaboraciones que para otras. Por ejemplo, las nuevas son ideales para tortillas, para freír o para cocer, porque al ser «jóvenes» y firmes no se rompen durante su elaboración. Además, aunque duran menos, contienen menos calorías y más vitamina C que las viejas.
Las de estación, por su parte, son las que se recogen en el momento adecuado de maduración. En este caso, sería durante la época estival, desde el mes de junio hasta el momento actual, a finales de verano. Podemos considerarlas las patatas «todoterreno»: sirven para todo tipo de elaboraciones, son un poco más grandes que las nuevas y duran más.
Por último, las patatas viejas son las que mayor duración tienen. Son fáciles de reconocer: suelen tener un tamaño mayor al del resto, piel oscura y generalmente cubierta por tierra para protegerla de la luz y carne de tono amarillo. Debido a su mayor grado de maduración, presentan mayor cantidad de almidón, lo que las hace idóneas para los guisos típicos del otoño y el invierno, así como para elaborar purés.
Ya hemos ido dando unas pistas sobre el amplio abanico de platos que podemos cocinar con ellas en función de su grado de maduración. Dado que cualquier dieta sana incluye la ingesta de carne y pescado, además de verduras y hortalizas, por supuesto, os dejamos por aquí algunas recetas ricas, sanas y sencillas de elaborar que harán las delicias de cualquier comensal.
Patatas guisadas con pescado
Es, quizá, una de nuestras opciones favoritas. Con congrio, salmón o rape, por ejemplo. Y, por supuesto, con bonito: el tradicional marmitako vasco es un lujo de plato, aunque este pescado requiere de mucho más control dado que se elabora rápido y, en caso de permanecer al fuego más tiempo del necesario, se seca.
¿Listos para cocinar? La preparación es sencilla: un poco de aceite, cebolla, ajo y puerro cortados en trozos pequeños. Luego introducimos las patatas «chascadas» y no cortadas para que la salsa engorde y un poco de sal, azafrán y pimentón. Cuando estén casi al punto, incorporamos el pescado y dejamos que, todo junto, dé el último hervor. El éxito está asegurado, incluso con los más pequeños de la casa: las patatas y la salsa, aderezadas con el pimentón y las verduras, tienen mucho sabor y el pescado es mucho más sencillo de comer para ellos.
Patatas con carne
Otro de los clásicos en muchas mesas de nuestro país: patatas con costillas, por ejemplo. La elaboración es casi igual: el ajo, la cebolla y el puerro no faltan nunca en nuestras propuestas porque, además del sabor que aportan, contribuyen a que el plato sea lo más variado y completo posible. Si, por ejemplo, las costillas están adobadas, no tenemos que añadir pimentón porque la carne lo soltará durante el cocinado.
¡Más patatas!
Lo sabemos: nadie se resiste a unas patatas a la importancia. Muy habituales en las mesas de Castilla y León, su elaboración es muy sencilla: las rodajas de patata se rebozan en huevo y harina y se fríen. A continuación, se cuecen con un majado de ajo y azafrán durante unos 15 minutos… ¡y a servir!
Y tampoco nos olvidamos de que el otoño es tiempo de setas, y algunas de ellas, como nuestros níscalos, son también ideales para un guiso con patatas.
Lo decíamos al principio: es un producto básico en la cocina y la mesa, pese a que su consumo haya descendido un poco. Pero las decenas de posibilidades que ofrecen garantizan, sin duda, el mantenimiento del «reinado» de la patata.